La alcachofa es una flor que está en boca de todos y en diferentes presentaciones. Por sus excelentes resultados en la pérdida de peso, lo encontramos en ampolletas y pastillas pero, ¿qué hay en realidad detrás de de este famoso alimento?
Algunos se extrañan al saber que la alcachofa es una flor, mejor dicho, es una inflorescencia, es decir, un conjunto de muchas flores minúsculas unidas por un rabito en común. Las partes comestibles de esta flor son el corazón de la alcachofa y las hojas protectoras que lo rodean.
La alcachofa es muy digerible y bien tolerada, tanto por sanos como por enfermos. Su composición hace de ella un auténtico alimento medicinal, especialmente en casos de infecciones de hígado y de congestión estomacal. Por otra parte, es un hepatoprotector muy recomendandable, especialmente en casos de hepatitis A y B, cirrosis, degeneración de grasa del hígado causada por el alcohol, hepatitis alcohólica, intoxicación por medicamentos y en cualquier caso que se desee potencializar las funciones desintoxicantes del hígado.
La alcachofa disminuye la tendencia del colesterol a depositarse en las paredes de las arterias, lo que suele dar lugar a su endurecimiento; por esto, es un alimento ideal para quienes padecen de aumento de colesterol en sangre.
También es muy recomendable agregarla en la dieta de quienes han sufrido un infarto al miocardio.
Estas y muchas otras propiedades tiene esta magnífica hortaliza.
El modo de preparar es muy fácil; se recomienda consumir crudo el corazón de alcachofa, usándola en ensaladas y aderezando con aceite y limón.
Para comer las hojas, una opción deliciosa es asarlas o cocinarlas a la plancha, aunque lo ideal es cocinarlas al vapor.
El uso indiscriminado de ampolletas y cápsulas es una preocupación de el personal de salud, pues no es lo mismo consumir la flor natural que las pastillas, en las que intervino un procedimiento químico, antes de consumirlas debe haber una prescripción y supervisión médica o del nutriólogo.
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